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Izamiento de la bandera tricolor de la Provincia Oriental en el fuerte de Montevideo.

Izamiento de la bandera tricolor de la Provincia Oriental en el fuerte de Montevideo.


26 de marzo de 1815


Primer bandera tricolor artiguista





Actual bandera de Artigas



“La primera bandera tricolor Artiguista que ondeó a las 6 de la mañana del día 26 de marzo de 1815 ‘en los baluartes de la antigua Ciudadela’, o ‘en el cabildo y en las demás dependencias de esta capital’, fue hecha bajo la dirección y por cuenta de Don José María de Roo”, dice Carranza.
“El izamiento de esta bandera tuvo lugar ejerciendo el gobierno político y militar de la plaza el Coronel Don Fernando Otorgués. Cumpliendo órdenes de éste, su Secretario General, don Juan José de Aguiar, procedió ‘a levantar por primera vez en el Cabildo y en las demás dependencias el pabellón tricolor, emblema de la independencia del pueblo oriental, excluyendo para siempre el español, que desde la conquista hasta la víspera de ese día había en ellas flameando”.
Jacinto Carranza dijo más: “Este magnífico pabellón Artiguista, es la única y verdadera enseña de la Patria, de la Patria Grande, con fronteras en los límites del tratado de San Ildefonso (estableció fronteras entre España y Portugal). Este pabellón cubriría bajo sus pliegues lo que hoy es la Argentina, Bolivia o el Altiplano, Paraguay y nuestra República en toda la primitiva extensión territorial heredada de España, la bizarra y gloriosa madre, por todas estas ex secciones del dilatado Virreinato”.
Para Carranza, es el pabellón que expresa las Instrucciones del Año XIII, es decir, el que pide independencia, federalismo, república.
Como se recordará, los delegados de nuestra región fueron rechazados por la Asamblea.

Los pueblos libres
Para Jacinto Carranza este emblema que hoy es el principal símbolo de los entrerrianos fue izado por José Artigas en Arerunguá el 13 de enero de 1815. Dos meses antes que en Montevideo.
La bandera nació, entonces, tres días después del combate de Guayabos, del 10 de enero de 1815, central para los intereses federales, como antes lo había sido el combate del Espinillo en Entre Ríos (22 de febrero de 1814)
Lo llamativo es que, en tiempos en que las comunicaciones eran lentas si se las compara con la actualidad, la banda roja se esparció por la Liga de los Pueblos Libres con una velocidad asombrosa.
En apenas dos meses y medio se izaba en todos los mástiles de la región.
La segunda vez que se alzó la tricolor fue en Saladas, Corrientes, un 17 de enero de 1815. (Siempre siguiendo los estudios de Carranza). La tercera en Entre Ríos, el 1º de marzo de 1815. Aunque aquí Carranza admite que pudo ser enarbolada antes.
La cuarta en Santa Fe el 24 de marzo de 1815. Después en Montevideo el 26 de marzo, y posteriormente en Córdoba el 28 de marzo de 1815.
Los diseños no eran iguales. Pero para Carranza quedó demostrado que por lo menos la izada en Montevideo era igual a la que hoy flamea en las escuelas entrerrianas.
Cuando fueron repatriados los restos de Artigas, muerto en el exilio del Paraguay, José maría de Roo (hijo) pidió en noviembre de 1856 que la urna funeraria fuera cubierta por la bandera de banda roja que diseñara su padre.
El presidente de la nación, Gabriel Antonio Pereyra, aceptó porque él mismo había sido testigo del izamiento en 1815. Era, pues, la de banda roja oblicua.
Los diseños de las banderas primeras fueron distintos, aunque el espíritu era el mismo. Esa misma banda roja d­e 1815 quedó en los escudos de varios departamentos y ciudades del Uruguay, y en el escudo de la provincia oriental diseñado en 1816, que muestra también símbolos charrúas.



ARTIGAS FEB-MARZ0 1815.

Por el Dr. Prof. Walter Rela
feb. 4. Oficio de Artigas al Gobernador de Corrientes expresando su parecer sobre la conducta del Directorio y afirmando, una vez más, la defensa de libertad e independencia de estos pueblos.97

feb. 10. Nicolás Herrera, secretario de gobierno de Alvear, y Lucas J. Obes, viajan a Montevideo. Por medio de dos cabildantes pretenden negociar con Artigas sobre el destino de la ciudad sitiada por Otorgués.
El Jefe de los Orientales pone como condición el abandono total de las tropas porteñas del territorio oriental, incluyendo la capital. Además, dejar libre a Entre Ríos.
Considerando inaceptable la propuesta de Artigas, regresan a Buenos Aires. Alvear reconoce entonces la gravedad de la situación.98

feb. 25. Siendo Miguel Estanislado Soler Gobernador-Intendente, las tropas porteñas abandonan Montevideo con todo su armamento.
Los archivos públicos con valioso material histórico son saqueados y destruidos.

feb. 26. La vanguardia oriental, al mando del jefe José Llupes, entra en la capital. Artigas designa a Otorgués como Gobernador Intendente de la Provincia.99
Juan Ma. Pérez solicita que se forme un nuevo Cabildo, que represente los intereses del gobierno oriental.100
Salen electos Tomás García de Zúñiga como Presidente, Pablo Pérez como Alcalde de Primer Voto, Felipe Cardoso como Regidor decano, Luis de la Rosa Brito, Antolín y Pascual Blanco. Así quedó conformado el primer Cabildo Oriental.
mar. 21. Otorgués asume el cargo de Gobernador hasta junio.101
mar. 24. Eustaquio Díaz Vélez, Teniente Gobernador de Santa Fe, nombrado Posadas, abandona la ciudad ante el alzamiento de los vecinos, entre quienes estaban el caudillo federal Estanislao López (1786-1838) y Francis-
co A. Candiotti ,que sería el futuro gobernador interino.
Las tropas artiguistas, con el Cnel. Andrés Latorre102, Juan Francisco
Artigas como jefe del ejército auxiliar y Eusebio Herenú, ocupan la ciudad.

mar. 26. El Congreso Provincial de Santa Fe declara quedar bajo la “Protección de Artigas”.
Por su parte, Otorgués iza la bandera tricolor en el mástil del Fuerte de
Montevideo.

mar. 29. El nuevo Gobernador de Córdoba, Cnel. José Javier Díaz, hace flamear en la capital la bandera federal y convoca al pueblo para elegir “20 apoderados”, que actuarán junto a los cabildantes.
Aquí se funda virtualmente la Liga Federal de las Provincias Oriental, Misiones, Entre Ríos, Corrientes y Córdoba. Los gobernadores son aliados
de Artigas, a quien consideran su Protector.103

mar. 30. Alvear declara a Artigas “enemigo de la Nación”.
El Protector emprende con su ejército, desde el litoral argentino, una marcha sobre Buenos Aires.
Alvear establece su campamento en Olivos.

99. Apenas dieron la vela para Buenos Aires los soldados de Soler, cuando entró
Otorgués con sus fuerzas a Montevideo el día 26 de febrero. Tenía recibido de Artigas
el nombramiento de Gobernador militar de la ciudad, y para hacerlo acatar, reunió
al Cabildo en sesión extraordinaria bajo su presidencia. Estaba la corporación deli-

berando, cuando se presentó a sus puertas D. Juan María Pérez, seguido de un nu- meroso grupo de pueblo, y pidió a nombre de él la elección de nuevo Cabildo, “por no ser digno de la confianza general el que actuaba en ese momento”. En consecuencia, decretó el Cabildo las elecciones que se le pedían; las cuales se verificaron
el día 4 de marzo siguiente por los electores de todos los cuarteles de la ciudad y extramuros, resultando electos: para Alcalde de ler. voto y Gobernador político D. Tomás García de Zúñiga, de 2o. voto D. Pablo Pérez, para Regidor decano D. Felipe Cardoso, para Alguacil mayor Dr. D. Luis de la Rosa, para Alcalde provincial D. Juan León, para Fiel ejecutor D. Pascual Blanco, para defensor de pobres D. José Vidal, para Defensor de menores D. Antolin Reyna, para Juez de policía D. Fran- cisco Plá, para Juez de fiestas D. Ramón Piedra, para Síndico D. Juan María Pérez. Con esto concluyó entonces hasta el último vestigio de la influencia de Buenos Aires, sobre el Uruguay.
Otro tanto aconteció en las provincias del litoral argentino y en algunas del interior. Consolidada la dominación federal en Corrientes, después de la derrota de Perugorria por Basualdo, y en la Banda Oriental después de la victoria de Guayabos obtenida por Bauzá, quedaban abiertas a la influencia del Jefe de los Orientales, las provincias de Entre Ríos y Santa Fe, donde era incontrastable, más que su prestigio propio, la espontaneidad del sentimiento público a favor del lederalismo. La política del Directorio no había hecho más que acentuar los motivos de aquella adhesión sincera, al único régimen de gobierno capaz de salvar la unidad nacional
y el prestigio de los principios sociales comprometidos por la codicia y el escándalo. Teatro de acontecimientos similares a los que afligieron el ánino de los habitantes de
la Banda Oriental, habían sido las provincias de Entre Ríos y Santa Fe, cuyos habitantes deseaban el momento de su liberación con igual afán que el de la independen- cia común.
Desde la derrota de Holemberg por Hereñú y Otorgués, gobernaba el territorio
de Entre Ríos una oligarquía de caudillos federales. Hereñú mismo estaba en posesión del Paraná, el comandante D. Gervasio Correa mandaba en Gualeguay, y D. Gregorio Samaniego en Gualeguaychú; todos bajo la protección de Artigas, voluntariamente aceptada. Con las últimas victorias obtenidas sobre los lautarinos, cam- bió aquella situación excepcional. Entre Ríos, al igual de Corrientes, fue elevada al rango de Provincia, bajo las condiciones del pacto de confederación y unión, pro- puesto desde 1813 por Artigas a todos los pueblos rioplatenses.
En: Bauzá, o.c.

Libre hoy la Provincia de sus pretendidos conquistadores, felicita á los dignos hijos
del Oriente; y yó lleno mi dever con ofertar mis respetos y favor al Ex.mo Ayuntamiento

y afligido becindario. Mis armas no han tenido otro obgeto que sostener la voluntad general de los Pueblos, en cuyo obsequio hé estado pronto á sacrificar mi existencia.= Con gran placer admiro hoy libre de tiranos á la Capital dela Prov.a y causa en mi la mayor satisfacción el llamam.to q.e me hace el Ex.mo Cavildo. Para mi es un dever proteger con mis armas las libres determinaciones delos Pueblos; en este supuesto y hallandome legitimam.te ímpedido para tomar las riendas de un Gob.no. cuyas obligaciones exceden sin dísputa mis esfuerzos; me parece conveni.e que el Ex.mo Ayuntam.to continue interinam.te en él mando de esa Plaza, hasta que con oportunidad los Pueblos
en quien reside la Soberanía dispongan y elijan lo mas adaptable y compatible con sus intereses, seguro de que las providencias de V.E. serán por mis armas auxíliadas = Dios & Canelones = Fernan.do Otorgués = Ex.mo Cavildo &.”

Al retirarse las tropas porteñas sometieron la ciudad a un verdadero saqueo,
arrancándose “las puertas, ventanas y vidrieras del Fuerte —como haría constar el
Escribano Luciano de las Casas— y librándose “a discreción de la chusma el archi-
vo de gobierno —dicen los memorialislas Larrañaga y Guerra— perdiéndose por tal barbaridad, una multitud de preciosos expedientes y documentos”. Pero, además, la precipitación fué tal que originó un desastre: al arrojar a paladas la pólvora de las casernas donde se encontraba almacenada, una chispa derivó en la terrible explosión de las Bóvedas, muriendo en el accidente, ciento veinte Personas.
Finalmente, el 25 de febrero de 1815, las últimas unidades militares de Buenos
Aires abandonaron Montevideo, a la que entrarían, al día siguiente, las milicias de
la vanguardia artiguista.”
En: Reyes Abadie, o.c.

100. Juan María Pérez (1790-1845) oriental de intensa actividad política que arranca desde 1811 hasta 1837.
Rico comerciante fue en la casa quinta de sus padres en el arroyo seco donde se firmó el Acta de Capitulación española en 1814.
Fue miembro del Consulado de Montevideo en 1828, luego diputado por San José en la Asamblea Constituyente y Legislativa (1828-30), Ministro de Hacienda de Rivera. y después con Oribe (1835-36) destacándose en ambos casos por su gestión positiva en medio de innúmeras dificultades financieras.
En su vida privada fue saladerista, dueño de estancias, molinos, comercio ultra- marino y otros.
Propició de su peculio la inmigración canaria en 1837 convencido de la necesi- dad de formar colonias agrícolas.

101. EL GOBIERNO DE LA PROVINCIA ORIENTAL AUTONOMA
Restablecida la paz con la evacuación de Montevideo por los porteños, en febrero
de 1815, Otorgués, en cumplimiento de órdenes de Artigas, convocó a los pueblos al finalizar ese mes y en los primeros días de marzo, para que eligiesen un diputado a la Asamblea Provincial que se realizaría en esta ciudad, “quienes deben elegir un go- bierno que domine toda Provincia”. “Imprevistas circunstancias” impidieron la ce- lebración de esa asamblea en aquel momento, según lo comunicó el propio Otorgués
el 27 de marzo, cuando ya muchos pueblos habían designado su representante. Seguramente, la lucha planteada con el Directorio, que retenía a Artigas fuera
del territorio oriental, fue la causa determinante de la suspensión de la asamblea. De ahí que, cuando se produjo la caída del director Carlos de Alvear a raíz de la revolución del 16 de abril de 1815 y se creyó que la unión con la capital se efectuaría
al fin, Artigas se apresuró a disponer nuevamente la reunión del Congreso Provin- cial que ahora tendría, además, el cometido de pronunciar el reconocimiento de la Provincia Oriental a las nuevas autoridades establecidas en Buenos A¡res después
de la revolución.
Así lo manifestó al Cabildo de aquella ciudad en el oficio que le dirigió el 29 de abril de 1815. En esa misma fecha Artigas ordenó al Ayuntamiento de Montevideo que convocara a los pueblos para la designación de un representante al congreso que se celebraría en la Capilla de Mercedes y adjuntó un reglamento de acuerdo al cual debían efectuarse las elecciones. En este reglamento se evidencia la preocupación de Artigas en el sentido de que el acto electoral pusiera de manifiesto, libremen-
te, Ia voluntad popular con lo cual se lograría que el congreso fuera una auténtica expresión de la soberanía. El Cabildo cumplió la orden recibida convocando a los pueblos a la elección de su representante que debía concurrir a la Capilla de Merce- des, donde se celebraría el congreso, el 10 de junio siguiente, con poderes para tratar, mover y concluir todo cuando sea concerniente al bien de la provincia y defensa de ella”.
Los pueblos respondieron a la convocatoria del Cabildo designando sus representantes o confirmando los que habían elegido poco antes en cumplimiento del llamado de Otorgués, pero, como en aquella oportunidad, las circunstancias impi- dieron también ahora la celebración del congreso provincial, Artigas buscó entonces perfeccionar las instituciones existentes dejando en suspenso, para cuando fuese posible, la reunión del Congreso, idea esta que nunca abandonó.
En marzo de 1816 creyó poder llevarla a cabo según informan sus comunicaciones al Cabildo de Montevideo; pero las complicaciones de la lucha con el Directorio
y la amenaza de la invasión portuguesa que poco después se desencadenó alejaron definitivamente su materialización.

En los hechos, el gobierno de la Provincia Oriental, en el período en que vivió autonómicamente, vino a ser ejercido por los representantes de Artigas en Montevideo -primero Otorgués, luego Barreiro- y el Cabildo de esta cludad, que extendieron
su autoridad en todo el territorio al sur del Rio Negro. Artigas desde Purificación, vigiló la zona inmediata a su residencia y ejerció una superintendencia política, administrativa, judicial y económica sobre las autoridades de Montevideo.

Las autoridades de Montevideo
El 21 de marzo de 1815, Otorgués fue investido por orden de Artigas, del mando político y militar de Montevideo, en el cual cesó en junio de ese año aunque Artigas había ya revocado sus poderes el 1° de mayo. El Cabildo quedó entonces investido con toda la autoridad. El 26 de Junio de 1815, comunicó a los pueblos del interior que había sido encargado por Artigas del mando político y militar que había desempeñado Otorgués hasta ese momento.
Al finalizar el mandato de los cabildantes del año 1815, Artigas estableció un nuevo sistema de elección para el Cabildo de la capital que estaba más de acuerdo con la amplitud de poderes que ahora detentaba. Desde que ya no era un organismo del gobierno de la ciudad sino que ejercía jurisdicción hasta las márgenes del Río Negro, Artigas dispuso que cada pueblo con Cabildo participara en el nombramien-
to del Cabildo Gobernador de la Provincia residente en Montevideo. Debía enviar un elector a la Capital para que en unión con los cuatro electores correspondientes
a los cuatro cuarteles en que estaba dividida la ciudad, dos más por extramuros y los cabildantes salientes, designasen el Cabildo que actuaría durante el año 1816.
Artigas insistió en dejar el gobierno en manos del Cabildo mientras no fuera posible “sancionar el orden fijo”, a pesar de las críticas que su delegado Barreiro formulara a ese sistema de gobierno colegiado y a la gestión de los hombres de la ciudad. En carta que le dirigió desde Purificación el 24 de diciembre de 1815, días antes de la renovación de los cabildantes, Artigas explicó a Barreiro su manera de pensar respecto a la forma de gobierno que había adoptado, señalando sus conve- niencias y sin desconocer sus defectos: “No tengo la menor dificultad -decía- en creer la morosidad consiguientes al gobierno de muchos: pero hay dos dificultades insuperables para reducirlo a uno. Primero haber sujeto de toda esa confianza y que
el Pueblo fuese capaz de acertar con él. 2o. Que sería forzoso señalarle un sueldo, para que no estuviese expuesto a debilidades y V. no ignora que el estado no sufraga para ello por ser cortos los fondos y graves sus atenciones. “Al fin el Cabildo compuesto de muchos miembros sirve para el desempeño de muchas comisiones que de otro modo serían menos ventajosas al Estado y acaso más morosas desempeñadas por particulares. Yo bien advierto que el resultado es el mismo poniendo el Goberna- dor en uno que en muchos, pero siempre sería más difícil la complotación y como no
es mayor la confianza que hasta el presente nos han inspirado, tampoco me atrevo a depositar la confianza en uno que al fin pudiera dejarnos desagradados. Yo nunca lo eligiría sin conocimiento del pueblo y en este caso sería más justo nuestro recelo obrando la intriga y mala intención que debemos suponer en los más”. Artigas se refiere luego a las atribuciones del Cabildo poniendo de manifiesto el alcance que él dió a la autoridad de aquel cuerpo, como asi mismo el papel que desempeñaban en Montevideo el delegado Miguel Barreiro, y el comandante de armas Fructuoso Rivera, ambos nombrados por Artigas: “Asegurado el Gobierno en el Cabildo se halle ligado con otras trabas que al menos en público afiancen nuestra confianza. Siendo
su constitución por ahora la ejecución de las providencias nada debemos recelar y todo lo debemos esperar. Para ello está V. ahí y lo mismo Don Frutos y bajo este seguro debe contar cuando ellos son nombrados por Representantes del Pueblo.
“Sobre todo creo más fácil simplificar el gobierno en el mismo Cabildo para los actos judiciales y de recurso y dejando aquí los de última apelación, antes que redu- cir el Gobierno a uno siendo electo por ellos mismos. Deje V. celebren las elecciones para el año entrante según se les tiene ordenado y según lo que aparezca podremos resolver lo conveniente. Entre tanto es preciso ir templando la cosa, e interesando en
la causa pública a todos porque de lo contrario siempre viviríamos inciertos de nues- tra suerte.
“Quitar de un sólo golpe las pasiones de esos hombres es lo más difícil; nunca fueron virtuosos, y por lo mismo costará mucho el hacerlo. V. ve que por ahora es imposible sancionar el orden fijo: y por lo mismo desearía que quanto antes se arreglen todos los ramos de economía para realizarlos”.
Concurrieron a Montevideo para intervenir en la elección del Cabildo Goberna- dor los representantes de los cabildos de Maldonado, Colonia, San José y Guadalupe.
El elector por el Cabildo de Santo Domingo Soriano, don Juan Gadea, llegó con retraso, lo que determinó que se le designara un suplente -que lo fue don Francisco Fermín Pla- para el acto eleccionario que se realizó el 2 de enero de 1816. Aprobada
la elección por Artigas, los nuevos capitulares tomaron posesión de sus cargos el 21
de enero, después de haber prestado el siguiente juramento o “protexta cívica”, como se dice en el acta respectiva, reproduciendo los términos de Artigas: “Jurais, por el nombre sagrado de la Patria cumplir y desempeñar fiel y legalmente el empleo que el Pueblo os ha confiado, y en adelante os confiare, conservando ilesos los derechos de la Banda Oriental, que tan dignamente representa el Jefe de los Orientales
D. José Artigas?”.
El Cabildo así surgido del “soberano Congreso” electoral pudo legitimamente considerarse Cabildo Representante o Cabildo Gobernador Intendente de la Provin- cia, como se le designó frecuentemente en los documentos de la época. Artigas al
aprobar la elección -y recogiendo las observaciones de Barreiro- manifestó en oficio del 9 de enero de 1816 que “Por ahora será el Muy Ilustre Cabildo el Gobernador de
la Provincia entretanto que se forme un arreglo para simplificarlo en Io posible, y dividir las autoridades en un orden que se haga menos gravozo, y más apto para que cada cual desempeñe cabalmente sus deberes.”
En cuanto a las atribuciones de don Miguel Barreiro -que debió compartir las tareas gubernamentales con el Cabildo, como delegado de Artigas después del retiro
de Otorgués, fueron señaladas por el propio Jefe de los Orientales en oficio dirigido desde Paysandú al cuerpo capitular el 13 de agosto de 1815: “Han regresado los Diputados de Buenos sin ajustar cosa alguna con aquel Gobierno. Por lo mismo he resuelto delegar al Ciudadano Miguel Barreiro para arreglar los diferentes Ramos
de Administración. El impondrá a V. S. de los pormenores que han imposibilitado el restablecimiento de la mejor armonía y el más íntimo enlaze V.S. sabe la confianza que él me merece por sus desvelos y virtudes; y ella me empeña a presentarlo para facilitar la adopción de las medidas que deben garantir en lo sucesivo nuestra seguridad. La manera de entablar nuestro Comercio: la economía en todos los ramos de administración pública; el entable de relaciones extranjeras y otros varios negocios, forman el objeto de su misión. V.S. tendrá en todos ellos la intervención competente para que dirigiendo a un solo fin nuestras miras contribuya así cada cual en la parte que le corresponde a fijar la felicidad del País y realizar el triunfo de la Libertad”. Muy amplias por lo que se ve eran las atribuciones del delegado Barreiro: comercio, economía en todos los ramos de la administración pública, relaciones exteriores “y otros varios negocios” constituían sus cometidos. De ahí que interviniera
en todos los asuntos de gobierno y administración ya por sí mismo o conjuntamente con el Cabildo. Uno y otro ajustaron sus actuaciones a las directivas que Artigas les impartió desde Purificación a través de una asidua correspondencia. Respondiendo
a esas directivas los gobernantes de Montevideo procuraron la reorganización de la
Provincia. En ese sentido una de las primeras preocupaciones fue el establecimiento
de las autoridades en la campaña y como en 1813, se procuró que el pueblo fuese quien hiciera la elección de las mismas. Ya en marzo de 1815 Otorgués dirigió una circular a los comandantes militares de los pueblos a fin de que instruyeran al
“Vecindario las facultades que le están concedidas de poder elegir a un Cabildo a su satisfacción, del mismo modo que al Jefe que haya de mandarlos, dando cuenta oportunamente de los sujetos que sean electos para los empleos concejiles y comandancia de ese pueblo”.
En: María Julia Ardao, Artigas, o.c.

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