El fin de los charrúas
El 11 de abril del año 1831, el primer presidente de la República Oriental del Uruguay, el General Don Fructuoso Rivera, al mando del Ejército Uruguayo, secretamente, ejecutó un plan fatal.
Citó a los principales caciques charrúas y su gente a una reunión a realizarse a orillas del arroyo Salsipuedes (donde hoy sería la frontera entre Paysandú y Tacuarembó), diciéndoles que el Ejército los necesitaba para cuidar las fronteras.
El 11 de abril del año 1831, el primer presidente de la República Oriental del Uruguay, el General Don Fructuoso Rivera, al mando del Ejército Uruguayo, secretamente, ejecutó un plan fatal.
Citó a los principales caciques charrúas y su gente a una reunión a realizarse a orillas del arroyo Salsipuedes (donde hoy sería la frontera entre Paysandú y Tacuarembó), diciéndoles que el Ejército los necesitaba para cuidar las fronteras.
Allí, los hizo dejar sus armas y los invitó con abundante "chicha"
(la bebida alcohólica fermentada de la época). De esta manera los
emborrachó y una vez que estaban ebrios, dio la orden de iniciar el
ataque.
Su sobrino, Bernabé Rivera fue el encargado de dirigir la tropa de 1200 hombres que atacaron a hombres, mujeres, niños y ancianos charrúas.
Su sobrino, Bernabé Rivera fue el encargado de dirigir la tropa de 1200 hombres que atacaron a hombres, mujeres, niños y ancianos charrúas.
Como resultado del ataque 40 indios murieron y 300 fueron
tomados prisioneros. Algunos lograron escapar pero fueron perseguidos
por Bernabé Rivera, quien con el tiempo los encontró y mató.
Los indígenas prisioneros fueron trasladados a pie hasta Montevideo. La mayor parte de ellos, compuesta fundamentalmente por mujeres y niños, quedaron a cargo de familias de Montevideo donde sirvieron de esclavos en tareas domésticas.
Los indígenas prisioneros fueron trasladados a pie hasta Montevideo. La mayor parte de ellos, compuesta fundamentalmente por mujeres y niños, quedaron a cargo de familias de Montevideo donde sirvieron de esclavos en tareas domésticas.
Los últimos caciques charrúas sobrevivientes fueron cuatro: Vaymaca Perú, Senaqué, Tacuabé, y su mujer Guyunusa. Estos fueron vendidos a un francés llamado François de Curel, quien los trasladó a París donde fueron estudiados y exhibidos como ejemplares exóticos de América.
Senaqué, el curandero del grupo, había enfermado durante el viaje y falleció poco después.
Guyunusa, la mujer de Tacuabé, dio a luz una niña en Paris y falleció al poco tiempo.
Tacuabé logró finalmente escapar con su hija, sin que nunca más se supiera de él.
Vaimaca-Pirú quedó solo. Poco antes de morir, fue adornado con lanza y boleadoras para ofrecer un espectáculo más atractivo a las personas que iban a verlo. Los médicos que lo examinaron coincidieron en diagnosticar "muerte por melancolía".
MONUMENTO A "LOS ÚLTIMOS CHARRÚAS"
El monumento a los últimos charrúas, ubicado en el Prado de la ciudad de Montevideo, se inauguró en 1938. Sus autores fueron los uruguayos Edmundo Prati, Gervasio Furest Muñoz y Enrique Lussich.
Está realizado en bronce, sobre una base de granito rosado. En él están representados los cuatro indígenas con sus vestimentas características, rodeando un fogón.
Senaqué, sentado, sostiene un mate en la mano derecha. El cacique Vaimaca se encuentra de pie, y más atrás puede verse a Guyunusa, con un niño en su falda. Delante de ella, en el otro extremo del grupo, está Tacuabé.
Senaqué, el curandero del grupo, había enfermado durante el viaje y falleció poco después.
Guyunusa, la mujer de Tacuabé, dio a luz una niña en Paris y falleció al poco tiempo.
Tacuabé logró finalmente escapar con su hija, sin que nunca más se supiera de él.
Vaimaca-Pirú quedó solo. Poco antes de morir, fue adornado con lanza y boleadoras para ofrecer un espectáculo más atractivo a las personas que iban a verlo. Los médicos que lo examinaron coincidieron en diagnosticar "muerte por melancolía".
MONUMENTO A "LOS ÚLTIMOS CHARRÚAS"
El monumento a los últimos charrúas, ubicado en el Prado de la ciudad de Montevideo, se inauguró en 1938. Sus autores fueron los uruguayos Edmundo Prati, Gervasio Furest Muñoz y Enrique Lussich.
Está realizado en bronce, sobre una base de granito rosado. En él están representados los cuatro indígenas con sus vestimentas características, rodeando un fogón.
Senaqué, sentado, sostiene un mate en la mano derecha. El cacique Vaimaca se encuentra de pie, y más atrás puede verse a Guyunusa, con un niño en su falda. Delante de ella, en el otro extremo del grupo, está Tacuabé.
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